5, noviembre, 2024

Asunción de la Virgen María: Turquía le disputa a Jerusalén la última casa donde vivió

Si hay una mujer que desde hace siglos viene venciendo grietas es sin duda María, la Virgen María. Venerada en el mundo católico por ser la Santísima Madre de Jesucristo, nació en una comunidad judía e incluso se habla de ella en el libro sagrado del Corán.

Para los musulmanes, su castidad la convierte en “un modelo a seguir” no sólo por las mujeres sino también por los hombres, tal como aclaró la especialista Adila Ahmad, presidenta de Layna Imaullah Ahmadía en Argentina.

Cuando aún el griego era la lengua culta (recordemos que el mismo Jesús lo hablaba, además del arameo y el latín, en su época el idioma comercial), los primeros cristianos se referían a ella como Theotokos, “madre de Dios”.

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Turquía. En la cima de Bülbül Dag (“La colina del Ruiseñor”) se encuentra la última casa donde vivió y murió la Virgen María

Sin ir muy lejos en el túnel del tiempo, en el Evangelio de Lucas (1:48), María misma admite: “desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada”. Y esa autocalificación definió su sitial en la historia de las religiones.

Si bien es cierto que a partir de la Reforma algunas confesiones cristianas cuestionaron su devoción, ya desde el siglo V de nuestra era María ocupa un lugar único; altar privilegiado rubricado por la expresión vaticana “culto mariano” y estamos hablando de una mujer, en un credo en el que escasea muchísimo el reparto de puestos jarárquicos con paridad de género.

El Papa Francisco sorprendió a una multitud que homenajeaba a la Virgen María

La primera vez que la Santa Madre Iglesia Católica le reconoció públicamente todos los honores, por haber sido la “Madre de Dios”, fue en los albores de la organización eclesiástica, en el Concilio de Efeso del año 431.

Y precisamente Efeso no es hoy ni fue antes un mero centro de convenciones corporativas de la cristiandad. Muy por el contrario, la actual ciudad turca es hoy una Meca por muchas razones, y no sólo para el orbe cristiano. 

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Casa de la Virgen María en Efeso. También tiene un Muro de Deseos para pedirle a la Madre de Jesús.

Comencemos por la primera: es el punto geográfico donde se sostiene que murió María y el sitio exacto desde donde “fue llevada en cuerpo y alma al cielo”, hecho que el orbe católico, la iglesia ortodoxa, la copta, la oriental y los anglicanos, entre otros grupos, denominan “Asunción de la Virgen María” y que se considera uno de los “misterios” más recónditos de la historiagrafía religiosa; es decir, inexplicable, sólo aceptable por un acto de fe.

Turquía en disputa con Jerusalén

Dada la magnitud del personaje, hay otra ciudad que le disputa cuerpo cuerpo a Efeso el privilegio de haber sido no sólo el sitio que fue testigo del milagro de la Asunción sino también la última morada de la mamá de Jesús, la última geografía terrenal que registraron sus pupilas. 

¿Y qué otro lugar podría reclamar esas credenciales sino Jerusalén? Efectivamente, para quienes ponen en duda que María vivió, murió y fue elevada al cielo desde las colinas de Efeso, se levantó en la ciudad santa de Israel la Basílica de la Dormición, con cripta subterránea y lápida sepulcral que ayuden a imaginarse esa segunda versión que batalla contra la teoría efesiana.

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El sitio donde murió la Virgen María es un centro de peregrinación incluso para los musulmanes, que admiten su existencia incluso en el Corán.

Para despejar dudas y verlo con nuestros propios ojos, la aerolínea Turkish Airlines llevó a Perfil hasta Turquía y luego a Efeso, la ciudad de Medio Oriente que, en la Biblia, está mencionada como una de las 12 que conformaban Jonia. Hoy es un destino insoslayable si se visita Turquía.

Exactamente a 6 kilómetros de Efeso, en la cima de Bülbül Dag (la colina del Ruiseñor), sobre las suaves laderas del monte Solmiso, una cabina de madera con tejas rojas indica “Mereyemana Evi”, en turco “la casa de Nuestra Madre María”. Precedido por el alto mástil de la contundente bandera roja de Turquía, con la estrella y la medialuna blancas de la fe islámica, ese es el umbral de bienvenida. 

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Un camino de piedras zigzaguea y se interna en el valle boscoso de olivares, que proliferan incansables desde el arcón del tiempo. El sol es abrasador y la sombra verde, un alivio. Diminuta, modesta y se diría casi insignificante, si se olvidara por un segundo su inmenso valor como centro de la cristiandad, una estructura de ladrillos a la vista, con un pórtico de tres angostos arcos de medio punto – los laterales fueron tapiados y son inaccesibles para el turismo- es el ingreso a la última casa en donde vivió María hasta su fallecimiento. 

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Casa de la Virgen María en Efeso. Es de 1951 la última reconstrucción del centro de peregrinación mundial, venerado por múltiples credos, comenzando por el catòlico, el ortodoxo griego y el musulmán.

El lugar es un monoambiente sin nada, más parecido hoy a una capilla que a una vivienda. Para darle más presencia, en la pared del fondo se levantó un altar humilde con la imagen de la homenajeada. En el interior está absolutamente prohibido tomar fotos y evitarlo es el trabajo excluyente de dos empleadas que flanquean a los visitantes que sólo pueden ingresar en fila india. Está prohibido detenerse y agradecen salir rápido, por la apertura de la derecha, donde un cartel en turco reza “çıkış” (salida).

Eso es todo, pero de una sencillez conmocionante que refuerza la siguiente estancia del paseo: un Muro de los Desos marianos. 

Por pedido de sor Marie, dos monjes fueron a revisar la zona y la encontraron a tan solo 75 kilómetros del hospital de Esmirna y a 9 kilómetros de la actual población de Selçuk”

Efectivamente, las angustias y necesidades no tienen patria y para competir con las penurias puestas por escrito en el célebre Muro de los Lamentos israelita, los adoradores de María encontrarán aquí un interminable paredón de súplicas más o menos urgentes, pero siempre apremiantes, lo suficiente para dejarlas por escrito en pequeños papelitos o telas blancas, que se doblan e insertan en las casillitas de una colmena que atesora súplicas, ruegos, lágrimas y millones de esperanzas de las visitas. 

Según Emmerick, María vivió “alrededor de 3 años en Sion, 3 en Béthanie y 9 años en Efeso”, pero aclaró que no en el centro de la ciudad sino en las afueras, sobre una colina; describió incluso con bastante precisión cómo era su casa de piedra”

No hay mejor regazo que el de una madre para recobrarse y esperar consuelo. Una madre siempre escucha. Y si la impaciencia necesita reforzarse, junto al colmenar de deseos, chorros de un manantial milagroso brotan de tres canillas de agua potable que, en tan solo siete sorbos, ahuyentan los restos de escepticismo: dicen que esos tragos milagrosos todo lo pueden y como si fuera la lámpara de Aladino, los deseos serán realidad. 

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Cirios de devoción en la Casa de la Virgen María en Turquía.

Más aún, el circuito de la fe que mueve montañas se completa con un abrevadero cubierto de piedritas, en donde se permite deja ardiente el cirio que acaba de comprarse. Y la caminata continúa mientras la Virgen María se pone a trabajar por nuestra prosperidad. 

Muy cerca, un auditorio vacío, con bancos de madera y un altar protegido por un techo a dos aguas, deja pensar que cada tanto se oficia una misa en alguna fecha memorable. 

Casa de la Virgen María

¿Cómo se llegó a determinar que esta casa fue el último lugar donde habitó María? Hubieron varias pistas simultáneas, pero el tesón de otra mujer, una monja francesa, Sor Marie de Mandat-Grancey, convirtió en hechos la visión mística de otra mujer, una monja alemana, Anne- Katharina Emmerick, que sin haber puesto vez alguna un pie en Turquía había “visto” cómo era el lugar y se lo contó al poeta Clemens Brentano, antes de morir en 1824, para que dejara su predicción por escrito, cosa que él hizo treinta años más tarde y con lujo de detalles.

Las costumbres ancestrales locales permitieron reconstruir todo lo que hoy se sabe del sitio donde murió la madre de Jesús. La última restauración de la vivienda es de 1951.”

Según Emmerick, María vivió “alrededor de 3 años en Sion, 3 en Béthanie y 9 años en Efeso”, pero aclaró que no en el centro de la ciudad sino en las afueras, sobre una colina, describiendo incluso cómo era su casa de piedra y qué se encontraría en el subsuelo, al excavar.

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Tour bíblico. Incluye la casa de María en Efeso y la Basílica de San Juan, en cuyo subsuelo están sus restos mortales.

Sor Marie de Mandat-Grancey era una monja francesa de Dijon, que descendía de una familia aristocrática, semillero de varias figuras de rancio abolengo eclesiástico (San Hugo, Gran Abad de Cluny; San Bernardo de Claraval; Pedro el Venerable). Cuando cumplió 18 años, Marie siguió los pasos de sus ancestros y se metió en un convento, el de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. A los 47 años fue trasladada por la congregación a Turquía, donde le asignaron dirigir la misión religiosa que los Vicentinos gerenciaban en el Hospital Naval Francés de Esmirna.

Allí, sor Marie hiló dos cabos sueltos: la leyenda oral, repetida desde el siglo II, de que en Efeso había vivido la Virgen María; y las predicciones de la monja alemana, que también habían llegado a sus oídos. 

Entonces, sor Marie dispuso que dos colegas del colegio francés de Esmirna, los padres H. Jung y Eugene Poulin, se dedicaran casi exclusivamente a encontrarla, a pesar de su completo escepticismo en el asunto. 

Sin embargo, finalmente la encontraron a tan solo 75 kilómetros del hospital de Esmirna y a 9 kilómetros de la actual población de Selçuk. 

“Sor Marie hizo restaurar la construcción y en el proceso, aparecieron tres piedras del ábside que se decía habían hecho construir los apóstoles”

Ninguno de los tres supo entonces, que otro abate francés, Gouyet, la había visto diez años antes, reconociéndola en octubre de 1881 como un vestigio que encajaba en la revelación de Emmerick, pero desisitió enseguida al ver que nadie se lo tomaba en serio. 

Así fue como Poulin y Jung encontraron una capilla en ruinas el 29 de julio de 1891, que coincidía con la descripción profética. Se enteraron además que los lugareños ya llamaban al lugar “PANAGHIA KAPOULOU”, porque así lo nombraban los griegos ortodoxos de la villa vecina de Kirkindjé, descendientes directos de los primeros cristianos de Efeso, que históricamente celebraron allí la Fiesta de la Dormición cada “15 de agosto”, una costumbre que traspasaron de generación en generación. Y que ellos jamás lo pusieron en duda, porque era lo que le transmitieron sus antepasados y de eso jamas se hubieran atrevido a dudar.

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Crucifijos cristianos en la Casa de María en Efeso, orgullo nacional de Turquía, que hoy administra el lugar.

Los dos curas tenían las ruinas, una veneración ancestral y una fecha precisa del día en que María había desaparecido de la faz de la Tierra rumbo a la eternidad. Ninguna trinidad parecía más verosímil y el escepticismo de los curas se desvaneció de inmediato.

Los Papas Paulo VI (26 de julio de 1967), Juan Pablo II (29 de noviembre de 1979) y Benedicto XVI (29 de noviembre de 2006) dieron crédito al vaticinio de Anne- Katharina Emmerick y fueron a conocer la Casa de Marìa en Efeso”

Sor Marie volvió a la casa familiar en Francia, pidió parte de la fortuna patrmonial que le correspondía y, para que fuera intangible, compró al estado turco la montaña entera donde estaba la reliquia, el 15 de noviembre de 1892, para donarla a las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. Luego fundó la Orden de la Casa de María, que se encargó de preservarla durante muchos años –toda la cartelería del sitio fue originalmente en francés- hasta que el municipio de Selçuk comenzó a gestionarlo. Por lo tanto, hoy este sitio esencial en donde gran parte de la humanidad estima que María vivió, murió y fue elevada al cielo, está gerenciado por el Estado turco.

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Reconocido a perpetuidad como centro de peregrinación, la Casa de María tiene un sacerdote permanente designado por el Vaticano. Celebra misas y otros sacramentos católicos. El sitio es venerado también por el Islam y otros credos.

Sor Marie hizo restaurar la construcción y en el proceso, aparecieron tres piedras del ábside que se decía habían hecho construir los apóstoles. Una de ellas se la entregó a su propia familia, que la colocó en la capilla familiar de la casa en Dijon, Francia.

La monja francesa puso todo su empeño en reconstruirla (una línea roja en la pared de ladrillos contornea toda la estructura y permite ver claramente lo que se añadió al muro tal cual estaba al ser hallado). Apenas cinco años más tarde, el Vaticano la reconoció como lugar santo de peregrinación, sin que eso signifique que lo considera oficialmente como lugar de la Asunción. 

Para Turquía tener la Casa de María es un orgullo nacional y la promocionan de puertas abiertas a los turistas de todos los credos y procedencias”

El santuario logró reconstruirse justo a tiempo, antes de la caída del Imperio Otomano y del tumultuoso pasaje a la República, el 29 de octubre de 1923, que significó un intercambio de pobladores entre Grecia y Turquía donde seguramente se habrían perdido las tradiciones orales y las costumbres ancestrales locales que permitieron reconstruir todo lo que hoy se sabe del sitio donde es verosímil que haya muerto la madre de Jesús. La última restauración de la modesta vivienda se realizó en 1951.

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A mediados del siglo XX, la casa de María en Efeso comenzó una especie de segunda vida, coletazo del interés turístico que acapararon las ruinas de Efeso, una de las mejor conservadas del mundo clásico grecorromano, geografía en la que Juan y María también coincidieron con San Pablo, ya que allí el apóstol levantó la primera iglesia cristiana que tuvo Asia. 

Pero sobre todo porque en el año 1950 el Papa Pío XII proclamó la casa de María lugar santo y pasó a considerarse un santuario, característica que el Papa Juan XXIII asignó a perpetuidad


La “exclusiva” de la Asunción de María

En esta casa que hoy responde al estilo bizantino, María vivió durante algunos años, no sola sino con Juan el Apóstol, quien ayudó a María a huir de las persecuciones cristianas que había ordenado Herodes Agripa I en Palestina. Mencionado simplemente como Herodes en la Biblia, este monarca era el nieto de Herodes I el Grande, bajo cuyo reinado se dató el nacimiento de Jesús (circa 40-4 a. C.). Calígula nombró a Herodes rey de Judea en el año 37 d. C. y la situación de los primeros cristianos se recrudeció. 

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Paneles laterales, escritos en francés relatan los hechos históricos que permitieron considerar la legitimidad del sitio.

Se sabe que Herodes murió en el 44 d. C., año en que se presume que María y Juan habían llegado a Efeso y, por tanto, con la buena noticia ya no necesitarían seguir viviendo como gitanos y allí se quedaron.

En su propio Evangelio, Juan puso por escrito (Jn 19, 26-27) que Jesús, antes de morir en la cruz, le confió a su propia madre con un pedido especial: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” 

Éfeso tuvo en época de Constantino la primera basílica de la cristiandad dedicada a la Madre de Jesús y no estaba muy lejos de Meryem Ana, en Selçuk”

Y para cumplir con la palabra dada, el apóstol Juan, a quien se había encomendado difundir el Evangelio en Asia Menor, sentó a María sobre una mula y comenzó su largo peregrinaje por Medio Oriente, hasta echar anclas en la actual ciudad de Selçuk

Conocida entonces por su nombre griego, Agios Theologos, esta ciudad honra a su segundo habitante más ilustre con la Basílica de San Juan, construida en el siglo VI por el emperador Justiniano I, en el sitio exacto en donde se cree que Juan fue enterrado. A pesar de que el emperador Domiciano hizo expulsar a Juan a la isla de Patmos, el apóstol aun viejito –tendría 100 años- logró regresar para morir en Efeso. Sus restos fueron enterrados en la ladera de la Colina Ayasoluk, donde estaba la basílica original y sobre la cual Justiniano construyó la suya. Hoy sólo se ven restos de todas, ya que la de Justiniano también fue destruida en el siglo XV por las tropas de Tamerlán.

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Otra prueba de la verosimilitud de la Casa de María es que Éfeso, además, tuvo en época constantiniana la primera basílica de la cristiandad dedicada a la Madre de Jesús y no estaba muy lejos de Meryem Ana, en Selçuk.  Esa primera iglesia cercana fue la sede del Concilio Ecuménico de Éfeso (431), plataforma institucional de lanzamiento del dogma de la maternidad divina de María.

Virgen María y Vaticano

El Vaticano nunca se pronunció categóricamente sobre la veracidad o falsedad de la Casa de María en Efeso; tal vez no lo haga nunca, porque además, como se dijo, otra línea histórica sitúa en Jerusalén el sitio de la Asunción o Dormición de la Virgen María. 

Lo que se sabe a ciencia cierta es que las ruinas que identificaron los emisarios de sor Marie eran bizantinas, del siglo VI y VII y, por plano y construcción, reformadas en el siglo XIII. No se encontró un registro o prueba arqueológica fehaciente, que remontara los cimientos a los tiempos apostólicos. Por su parte, la Orden de la Casa de María estima que los cimientos originales pueden datarse entre el siglo I y IV de nuestra era.

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Efeso. En un país musulmán, también se adora a la Virgen María. Cada 15 de agosto es un centro de peregrinación.

Investigaciones más recientes intentan efectivamente determinar si hubo una villa romana durante esos primeros siglos o, tal vez una población ya establecida un siglo antes de Cristo.

Distinta es la situación de la llamada casa natal”, en la ciudad de Loreto, un pueblito italiano de 13 mil habitantes hacia donde los Cruzados expulsados de Palestina en 1291, trasladaron tres paredes de piedra de la verdadera casa donde vivía María cuando, de la nada, se le apareció el Ángel Gabriel, en el escenario de la Anunciación. Diversas investigaciones arqueológicas ratificaron la autenticidad de esos bloques como originarios de Nazaret y Loreto es un epicentro mariano indiscutible, sitio santo de peregrinación del mundo católico, visitado por casi 200 santos y beatos y numerosos Papas, Francisco uno entre ellos. 

Sin embargo para Turquía tener la Casa de María es un orgullo nacional y la promocionan de puertas abiertas a los turistas de todos los credos y procedencias. Para Turquía, qué duda cabe, es la verdadera última morada de la Santa católica. 

Los Papas Paulo VI (26 de julio de 1967), Juan Pablo II (29 de noviembre de 1979) y Benedicto XVI (29 de noviembre de 2006) dieron crédito al vaticinio de Anne- Katharina Emmerick y fueron a conocerla.

El lugar vibra con un latido propio y es innegable que emociona. Además, cómo desoír el llamado de las brisas del Mar Egeo, a pasos de allí, un encantamiento al que ni siquiera Ulises, tan prudente, pudo resistirse. 

Desde Argentina puede llegarse a Estambulo o Esmirna con un vuelo que hace escala en San Pablo -sin descender del avión. La aerolínea de bandera cubre 345 destinos diferentes en todo el mundo; 53 son turcos y todo el resto, internacionales, distribuidos en 129 países. 

MM.

 

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