30, septiembre, 2024

Revelador estudio: uno de cada cuatro pacientes en coma sigue teniendo algún tipo de consciencia

MADRID.– Cuenta el neurocientífico Ignacio Morgado que tiempo atrás conoció a un chico de unos 25 años que había tenido un accidente de moto. “Estaba sentado, comía, bebía, orinaba, dormía y se despertaba, pero no se comunicaba con nadie”, explica. “Nunca llegué a estar seguro de si este chico era consciente pero no podía comunicarlo, o si no era consciente”, recuerda. El problema de aquel joven era parecido al de muchos otros que, después de una enfermedad o en un accidente, quedan postrados en una cama en estado vegetativo, a veces con los ojos abiertos y moviéndose de vez en cuando, pero incapaces de hacer un gesto para confirmar que escuchan cuando les hablan.

Un equipo internacional de científicos acaba de difundir un estudio con 241 pacientes en varios hospitales y concluyó que uno de cada cuatro tienen cierto grado de consciencia. El trabajo, que publicó en The New England Journal of Medicine, es un esfuerzo por responder a las preguntas abrumadoras de esas personas que pierden a un ser querido, pero no del todo: ¿Me escucha cuando le hablo? ¿Sabe que estamos aquí? Estas personas, que a veces recuperan la consciencia, en muchos casos pueden permanecer en coma durante años e incluso décadas. “Hay una pregunta muy angustiante para las familias, que es si deberían desconectarlo”, plantea Morgado.

En seis centros de investigación, los científicos midieron la actividad cerebral de los pacientes, aparentemente ajenos a su entorno, cuando se les pedía que se imaginasen a sí mismos haciendo cosas como jugar al tenis. En alrededor de uno de cada cuatro, su cerebro produjo señales similares a las que generan los de personas sanas cuando se les pide lo mismo y en las mismas regiones del cerebro, algo que se interpreta como una señal de que mantienen cierto grado de consciencia.

No era la primera vez que se realizaba un estudio de este tipo. Adrian Owen, uno de los autores, comenta en una nota de la Universidad de Ontario Occidental, donde trabaja ahora, que empezaron a ver actividad cerebral en algunos pacientes vegetativos a mediados de la década de 1990, cuando tenía su laboratorio en Cambridge (Reino Unido). “Les mostrábamos dibujos y les poníamos cintas de gente hablando y algunos pedacitos de su cerebro se iluminaban, pero no sabíamos qué significaba”, señala. “Entonces tuve este momento eureka y me di cuenta de que lo que necesitaba era conseguir que alguien hiciese algo que no pudiese ser un reflejo automático”, continúa. Además, este tipo de orden iluminaba dos partes únicas del cerebro durante una resonancia magnética funcional, tanto en pacientes sanos como en vegetativos. Publicaron sus resultados en un artículo en la revista Science en 2007.

El trabajo es un esfuerzo por responder a las preguntas abrumadoras de las personas que pierden a un ser querido, pero no del todo: ¿Me escucha cuando le hablo? ¿Sabe que estamos aquí? Shutterstock – Shutterstock

Desde entonces, muchos investigadores encontraron resultados similares, añadiendo formas de medir las señales cerebrales, como el encefalograma, aunque los porcentajes de pacientes en los que se veía cierta consciencia eran algo inferiores a los registrados en el último trabajo. En el estudio que se acaba de publicar, se querían obtener resultados más concluyentes, incorporando un mayor número de pacientes, incluidos algunos que ya habían estado en estudios previos, y varios centros de salud a la vez.

“Hasta hace poco pensábamos que la cifra era de entre el 15% y el 20% de los pacientes, puede ser más, pero no importa tanto el detalle, sino que es un porcentaje significativo que hay que tener en cuenta”, afirma Davinia Fernández-Espejo, de la Universidad de Birmingham, que estudia los problemas de la consciencia producidos por lesiones cerebrales. Fernández-Espejo apunta que, para que se pueda empezar a aplicar de forma habitual en hospitales, uno de los pasos necesarios es “estandarizar las pruebas, los parámetros que se miden y los análisis, para que dé igual si aplicas la prueba aquí o en Estados Unidos, o en uno u otro hospital”. Después, se trataría de utilizar la información para mejorar el tratamiento de los pacientes. “Nosotros estamos trabajando con un hospital privado de Londres en el desarrollo de técnicas de estimulación cerebral para hacer rehabilitación en los pacientes que vemos que están conscientes e intentar actuar sobre las vías motoras, y ver si podemos ayudarles a recuperar un poco el control sobre el movimiento”, explica.

Su equipo propuso una explicación para que estas personas aparentemente conscientes no puedan comunicarse con el exterior. “Encontramos unas fibras que conectan un área del cerebro que se llama tálamo, en el interior del cerebro, con las partes de la corteza cerebral que regulan el movimiento”, afirma. Esta desconexión, que solo ven en los pacientes que están conscientes pero no se pueden mover voluntariamente, aunque sí de forma espontánea, les hizo plantear una posible terapia. “Queremos activar las pocas neuronas que deberían conectar esas dos áreas, con estimulación eléctrica, para restaurar la movilidad del paciente”, indica.

La posibilidad de conocer mejor las características de estas personas que están conscientes, pero no pueden comunicarse, hace pensar en la posibilidad de utilizar implantes cerebrales como los que sirvieron para que personas con esclerosis lateral amiotrófica completamente aisladas recuperasen cierto grado de comunicación. Nicholas Schiff, coautor del estudio, cree que algunos de estos pacientes podrían beneficiarse de este tipo de implantes.

Sin embargo, aunque las tareas que se emplean en estudios como el publicado en The New England Journal of Medicine indican que la capacidad de atención, de comprensión lingüística y de memoria de un cuarto de los pacientes vegetativos puede estar muy conservada, solo es una fotografía del momento en que se realiza el experimento y la diversidad de capacidades entre pacientes en estado vegetativo es grande. “Durante el resto del día puede haber una fluctuación, que a veces estén más alerta o menos alerta y, de hecho, es lo que solemos ver en estos pacientes”, explica Fernández-Espejo. “Es difícil establecer técnicas para conocer su experiencia interna, para hacer una exploración psicológica, por ejemplo”, añade.

Uno de los dilemas en torno de pacientes con estas lesiones cerebrales es la posibilidad de darles a elegir si continuar viviendo o no. La investigadora de la Universidad de Birmingham explica que ahora mismo “estamos limitados a hacer preguntas de sí o no, que llevan cinco minutos para obtener una respuesta”. “Teóricamente, se podría hacer, pero es muy difícil, y de momento nos centramos en preguntas que nos puedan servir para mejorar su calidad de vida”, indica.

Aunque las noticias que identifican la consciencia en algunas de las personas en estado vegetativo pueden ilusionar a sus familiares o amigos, eso no significa que se vayan a recuperar o que se les puede aplicar un tratamiento para conseguirlo. Lo que sucede en la mente de otros, aunque puedan expresarse, es un misterio lejos de resolverse. Aun así, el conocimiento puede proporcionar beneficios. Owen creía que, para los allegados del paciente, sería peor saber que está consciente, pero atrapado en su interior, que averiguar que no saben quiénes son o cuál es su situación. “Este no es el caso general –sentencia–, lo habitual es lo contrario”. Casi siempre les gusta saber que la persona a la que daban por perdida sigue ahí, aunque no se pueda comunicar con ellos.

Por Daniel Mediavilla

©EL PAÍS, SL

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