16, agosto, 2025

Una relectura de Bodas de sangre

Bodas de sangre de Federico García Lorca, es, sin duda, una de las obras literarias más importantes de la lengua española de todos los tiempos, además de una de las piezas teatrales más representadas en España y América. Y La culpa es de la tierra es una versión muy nuestra del clásico.

Después de la maravillosa experiencia escénica de haber puesto en escena la obra Salvajada de Mauricio Kartun en el Teatro Nacional Cervantes, luego en el Metropolitan, convocando a miles de espectadores y con un futuro aún posible, resultaba difícil la elección de un nuevo proyecto que reuniera excelencia narrativa y literaria con potencia teatral y escénica. Y que, como sucedió con la versión kartuneana del cuento de Quiroga, resuene con una metáfora actual y comunicativa abordando cuestiones cotidianas y, a la vez, trascendentes.

La resultante fue volver a García Lorca y a Bodas…

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Todo el que ha visto Salvajada, ha podido observar, además de la puesta en escena que me toca, y de todas actuaciones formidables, premiadas y alabadas hasta el hartazgo, un trabajo en especial que iluminaba la escena de comienzo a fin. Mónica Felippa, con su Anaconda narradora, mitad mendiga, mitad serpiente, hacía gala de un trabajo tradicional del grupo Libertablas usando la potencia comunicativa de los títeres-muñecos-objetos, para engarzar la perfección del trabajo actoral.

Y fue partiendo de ese trabajo extraordinario, y buscando nuevos rumbos, cuando reapareció el recuerdo de una versión del clásico lorquiano realizada por el grupo hace ya muchos años, y de una partitura musical compuesta para aquella ocasión por Naya Ledesma bajo la dirección de Gustavo Manzanal. La belleza abrumadora de esa música, la maravilla del verso en la voz de la mendiga y su potencia expresiva, corporal, titiritera y vocal, nos guiaron hacia La culpa es de la tierra.

Venimos aquí a contar con el fuego misterioso de la poesía una historia de pasión extrema, mandatos sociales, vida y muerte, en el que no hay culpables, porque la culpa es de la tierra. Haciendo uso de la belleza estética de las artes plásticas y musicales que rodean a una puesta en escena teatral, nos apoyamos en la expresividad actoral que potencie las situaciones planteadas y nos transporte a ese mundo de personas en contacto con las fuerzas más básicas de los seres humanos, envueltos en una naturaleza omnipresente tanto en la tierra como en el cielo.

Libertablas es una cooperativa teatral que lleva ya 48 años de funcionamiento, y que ha abordado en numerosas ocasiones textos clásicos: varios Shakespeares, Cervantes, Quirogas y recientemente Calderón de la Barca y Aleluya erótica, del mismo Lorca. Años de investigación en el lenguaje teatral, los más importantes premios (ACE, Javier Villafañe, Maria Guerrero y muchos otros) podrían ser suficientes llamados para que “La culpa es de la tierra” atraiga a los espectadores. Pero no es así. Cada espectáculo teatral es un mundo cerrado. Comienza, termina y posee su propia convocatoria y una individualidad, sólo comparable a la de las personas. La culpa… se propone respirar profundo y dejar volar la belleza poética en el ritmo de unas palabras que se resuelven y funden en notas musicales y transparentan imágenes, sensaciones inabarcables, decisiones personales que no tienen regreso y conflictos humanos imposibles de evadir.

La sala Tuñón del Centro de la Cooperación abre sus puertas generosas a un grupo legendario del teatro nacional, para recrear cada sábado a las 20, un clásico inmortal, continuidad de una experiencia inolvidable, envueltos en fantasía, furia y amor. Bajo la luz de la luna, y sobre el horizonte de una estepa infinita.

*Codirector y autor de La culpa es de la tierra.

Más Noticias

Relacionadas