1, agosto, 2025

Wall Street financia a países en desarrollo y crecen las señales de alerta

Los países en desarrollo, desde Panamá hasta Angola, están recurriendo directamente a los bancos de Wall Street para obtener préstamos que les brinden liquidez a corto plazo y así hacer frente al aumento de su carga de deuda, aunque a costa de asumir mayores riesgos en el largo plazo.

Panamá ha solicitado préstamos por US$6.000 millones en los últimos diez meses, denominados en dólares, euros y francos suizos. Angola, que destina la mayor parte de sus ingresos fiscales al pago de salarios y deuda, amplió en enero su programa de bonos para usarlos como garantía de préstamos por alrededor de US$1.000 millones con JPMorgan Chase & Co. Colombia, por su parte, está negociando créditos por hasta US$10.000 millones en francos suizos.

Los préstamos, que vencen en plazos de entre unos meses y varios años, suelen tener tasas de interés variables y están denominados en monedas fuertes distintas al dólar, lo que puede ayudar a mantener los rendimientos bajos. Y, ante la reactivación de los llamados “vigilantes de los bonos” en todo el mundo, esta vía representa una alternativa de financiamiento en medio de crisis de liquidez crecientes y los elevados costos del servicio de la deuda.

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“Hay un gran interés en diversificar fuentes de financiación y plazos”, dijo Sonja Gibbs, directora general del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés). “No conviene poner todos los huevos en la misma cesta”.

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Aunque los préstamos siguen siendo una fracción del mercado financiero, los gobiernos y empresas de mercados emergentes han emitido más de US$450.000 millones en bonos en monedas fuertes en lo que va del año, un 27% más que en 2023. El fenómeno actual, sin embargo, está lejos del auge crediticio de los años 80 que culminó en una crisis bancaria mundial.

Pese a ello, cada vez más países en dificultades financieras están optando por esta vía directa con los bancos. Las operaciones ocurren en un entorno de presiones inflacionarias alimentadas por amenazas arancelarias del presidente Donald Trump, lo que ha frenado los recortes de tasas en Estados Unidos. Mientras tanto, los costos de financiamiento en otras economías —como destaca Trump— ya están disminuyendo.

Algunos países, como Brasil e Indonesia, han emitido bonos a corto plazo; otros, como Panamá, optaron por préstamos bancarios con tasas variables o en monedas con tipos más bajos que el dólar.

También han surgido esquemas innovadores, como los canjes de deuda por naturaleza, que han permitido a países como Ecuador, El Salvador y Gabón recomprar bonos más caros con financiamiento en condiciones favorables por parte de prestamistas centrados en el desarrollo.

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No obstante, en Wall Street advierten que estos nuevos esquemas también implican costos. “No hay nada gratis”, afirmó Jason Keene, estratega de Barclays. “Los préstamos bancarios pueden diversificar la base de acreedores y dar soporte técnico a la curva de eurobonos, pero los intereses más bajos suelen ir acompañados de mayores riesgos de refinanciación y tipo de cambio”.

Panamá, además de recortes de gasto, ha recurrido a préstamos bancarios para reducir su déficit fiscal y conservar su calificación de grado de inversión. Ha cerrado acuerdos en euros y francos suizos, aprovechando las diferencias de tasas con EE.UU. Documentos del Ministerio de Economía y Finanzas muestran que las fluctuaciones cambiarias han incrementado en US$220 millones los préstamos desde febrero, cuando el país firmó su primer crédito en euros con una filial de Bank of America.

En un comunicado a Bloomberg News, el Ministerio indicó que los préstamos generan un ahorro anual de alrededor de US$115 millones en intereses, y que las medidas de gestión de riesgos han recortado el costo total en US$735 millones frente a lo presupuestado. “Panamá no depende de la deuda a corto plazo como una muleta, sino como un puente dentro de un plan de ajuste estructural”, afirmó el ministro Felipe Chapman.

“Sin precedentes”

Colombia también busca obtener hasta US$10.000 millones en francos para refinanciar deuda más costosa en dólares y pesos, en lo que el director de crédito público, Javier Cuéllar, describió como una operación “sin precedentes” y de “gran riesgo”. El plan aspira a generar un ahorro de US$1.200 millones.

El peso colombiano se ha debilitado 5,5% frente al franco suizo este año, cotizándose cerca de 5.137 por CHF. La volatilidad implícita a un mes es de 15%, frente al 6,8% promedio de las monedas emergentes.

Pero hay otra preocupación: el riesgo moral. Sin la presión de los mercados de bonos, los gobiernos enfrentan menos incentivos para reducir el gasto y equilibrar las finanzas públicas.

“Todo depende de cómo usen los países ese colchón”, dijo Samy Muaddi, jefe de renta fija de mercados emergentes de T. Rowe Price. “Si se destina a reformas y a recuperar el acceso a los mercados, puede ser positivo. Pero si no se aprovecha, se pierde transparencia y aumentan los pasivos ocultos”.

Angola utilizó US$200 millones en abril como garantía adicional tras el desplome de sus bonos debido a la caída del petróleo, lo que activó una llamada de margen por parte de JPMorgan. El país aún no ha emitido eurobonos este año, citando la desconfianza de los inversores. Según Dorivaldo Teixeira, responsable de gestión de deuda, se exploran alternativas como deuda local y más préstamos bancarios.

Hasta ahora, los mercados han reaccionado de forma positiva: los bonos de Colombia y Angola subieron tras el anuncio de sus planes de financiamiento bancario. Panamá, por su parte, ha superado a la mayoría de sus pares emergentes en lo que va de 2025, gracias a su estrategia de financiamiento.

“Es una herramienta válida de corto plazo”, dijo Anthony Kettle, gestor sénior de RBC BlueBay Asset Management. “Pero en algún momento, hay que devolverla”.

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