17, julio, 2025

Milei se aísla rodeado de aliados que no lo ayudan

“Hoy el kirchnerismo planea un golpe institucional en el Senado, plantándole a la vicepresidente una sesión autoconvocada para arrebatarle el poder a la presidencia del Senado y agujerear los éxitos económicos del gobierno que tanto nos han costado a los argentinos”, señaló la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la semana pasada, cuando en el Senado se sancionaron varias leyes que, según el gobierno, buscan romper con el superávit fiscal. También la ministra tuvo duras declaraciones contra Victoria Villarruel, a quien expuso como cómplice de este supuesto “golpe”. En marzo pasado, con motivo de una represión absolutamente innecesaria de parte de las fuerzas federales en el Congreso nacional en una marcha en favor de los jubilados, Bullrich también divisó allí un golpe institucional.

Suena alarmante y hasta irresponsable banalizar las interrupciones democráticas -en un país que las supo tener asiduamente- de parte de Bullrich, al simplificar un episodio político común de esa manera. Pero lo que realmente cuesta entender es cómo ella visualiza un “intento de golpe” en una sesión de una Cámara de representantes correspondiente a un poder independiente de la República o en una marcha de protesta, algo que en democracia suele y debe suceder, y no hizo lo propio cuando se lo dijeron directamente, y sin dejar lugar a interpretaciones, varias espadas libertarias que el miércoles pasado en su cuenta de X convocaron claramente a “sacar los tanques a la calle”, a “cerrar el Congreso” y hasta “bombardearlo aniquilando a los legisladores que estaban adentro”.

Luego de que casi de manera unánime más de 50 senadores aprobaran un aumento mínimo para los jubilados, prorrogaran la moratoria previsional y declararan la emergencia en discapacidad, entre otros proyectos, los reconocidos trolls, aunque fácilmente identificables, comenzaron con sus mensajes. Entre ellos Daniel Parisini, el Gordo Dan, que está siendo considerado como candidato a diputado por LLA y le pidió al presidente Javier Milei que “saque los tanques a la calle”. Por su parte, el militante libertario; Luciano Cabrera, conocido como El Trumpista, se preguntaba “qué mierda está pasando en el Congreso”, junto a una imagen hecha con Inteligencia Artificial de unos cazas sobrevolando el Palacio Legislativo, y el autodenominado influencer Franco Antunes, conocido como Fran Fijap, proclamaba que “hay que dinamitar todo el Congreso, con diputados y senadores adentro”. Fue el mismo que se hizo famoso por provocar a participantes de una manifestación opositora y que debió correr y refugiarse en una casa de empanadas en la zona del Congreso para no ser agredido. En ese momento, muchos repudiamos esa agresión de los manifestantes, posición a la que se sumaron otras voces, obviamente muchas libertarias. Un rechazo a la violencia que el youtuber parece no compartir cuando pide bombardear el Congreso. La vida política y económica es mucho más importante que estos personajes menores que serán fácilmente olvidados cuando esta etapa de irracionalidad e insultos termine, pero nadie puede negar que sus actitudes decoran muy bien el presente.

La ministra de Seguridad puso en marcha un ciberpatrullaje el año pasado y, semanas atrás, se explicó la labor que se realiza en esa área de manera más clara, con misiones y funciones que, más allá de si pueden entrar en conflicto con ciertas libertades cívicas – fueron objetadas por ONGs que se dedican a velar por esos derechos- constituyen una herramienta útil para anticipar y prevenir delitos. Justamente esa polémica se centra en las siguientes facultades: “La Policía Federal Argentina podrá realizar tareas de ciberpatrullaje en ´espacios públicos digitales´ como redes sociales, sin requerir autorización de un juez”. Así lo explica el Decreto 383/2025 y, dentro de esas infracciones, se encuentran “la prevención, detección e investigación de delitos federales y complejos”. Por si hace falta recordarlo, los artículos del Código Penal 226, 227 y 229, que contemplan la sedición y la rebelión, aplican como delitos federales, además de otros quebrantamientos que podrían cometerse en el contexto de un intento de golpe de estado, como la intimidación pública, el alzamiento en armas y el atentado contra la autoridad. Todos delitos que fueron, al menos, incitados a cometer por estas personas justamente a través de las redes sociales.

Todo parece indicar que el 10 de julio pasado el área de ciberpatrullaje o no funcionó o estuvo sin conexión a internet, porque no se supo nada sobre si, al menos, alertó a las autoridades en los días que siguieron. Más allá de la denuncia penal realizada por un grupo de legisladores, la falta de acción del área de Seguridad en este caso podría llevar a pensar si no se actúa a conveniencia política. Algunos aliados actúan con más entusiasmo que los propios libertarios, existe un grupo de dirigentes que vienen del Pro, como Patricia Bullrich, Silvana Giudici, Cristian Ritondo, Diego Santilli, Guillermo Montenegro, entre otros, que al parecer ya no se muestran tan apegados al republicanismo como lo fueron cuando gobernaba el kirchnerismo. A manera de ejemplo, mientras el Presidente destila insultos, promueve odio y violencia verbal constante contra todo aquel que lo critique u opine algo distinto, donde claramente su objetivo principal son los periodistas, al punto que amparado en un párrafo bíblico deseó la muerte de sus primogénitos, no se escucharon críticas de esos sectores. Giudici ha manifestado más de una vez que su compromiso con la libertad de expresión “es irrenunciable”, y ha dado reiteradas pruebas de ese compromiso cuando gobernó el kirchnerismo, pero sobre estas actitudes violentas y poco apegadas a las formas republicanas de Milei poco se la escuchó. Esta semana, el prestigioso abogado constitucionalista Daniel Sabsay -de quien no se puede decir que sea kirchnerista o simpatizante de algún tipo de populismo- dijo en Radio República que esas formas de Javier Milei “son causal de mal desempeño” y se refirió a Bullrich y a Giudici con dureza, al señalar sobre su actitud pasiva “es intolerable. Como no están del lado de ellos, entonces sí los acusan”, dijo.

Comienzan a aparecer grietas profundas entre los que siempre fueron republicanos, no son “ñoños”-como le gusta denostarlos al Presidente-, y no cambian de parecer de acuerdo al color político de quien gobierna. Lo que expone más a este grupo que se perfila para ser recordado como el de los “republicanos selectivos”. Se esperaba más de ellos que solo aceptar todo a libro cerrado lo que ofrece el oficialismo, teniendo como único objetivo válido impedir el regreso del kirchnerismo. En ese sentido, no sirve “copiar al enemigo” para destruirlo, como dicen algunos libertarios, porque en algún momento el espejo devolverá la misma imagen de aquello que se propusieron terminar.

Esta semana, Milei fue notificado por la justicia que su cuenta de X no es independiente de su rol institucional como presidente, algo que lo complica en el caso de la estafa $LIBRA y le otorgó un tiempo perentorio para responder por su “hostigamiento” a través de su cuenta de X sobre Ian Moche, un niño de 12 años que sufre autismo. El hombre más poderoso de la política argentina, en la semana en que su vicepresidenta lo trató de inmaduro, está siendo intimado por la justicia por “hostigar” a un niño autista. El “realismo mágico latinoamericano” no se hubiese perdido de tomar esta historia en algunas de sus creaciones literarias.

Las actitudes complacientes y de miradas ciegas sobre los errores del Presidente no lo ayudan en nada, más cuando ya demostró que su personalidad se torna verbalmente violenta cuando la realidad o las derrotas –las mismas que suelen tener cualquier líder o gobernante en el mundo porque forman parte de lo cotidiano de la política- lo alcanzan. Y la mejor manera de ayudarlo es advertirle que es peligroso no sancionar a sus espadas discursivas cuando cruzan la línea de la convivencia democrática y se vuelven nocivos para el sistema.

Cuando Milei sostiene que es el “líder más importante del mundo junto a Donald Trump”, el “economista más prestigioso” o el “autor de un modelo que el mundo quiere imitar”, no solo nada de eso es verdad, sino que deja en claro que la soberbia y la autoestima pueden ser útiles para ganar una elección, al irradiar confianza en la sociedad a la hora de elegir, pero cuando se trata de gestionar en un modelo democrático y republicano hace falta humildad para comprender que tener poder no siempre alcanza para imponer la voluntad absoluta, y también diálogo, para acordar con otros en busca del bien común. Estas siempre fueron las cartas fuertes de los que lograron triunfar en sus cometidos. “Cuando lo eligen a uno presidente la campaña terminó hasta el fin del mandato”, dijo alguna vez Raúl Alfonsín. Hoy Milei rompió diálogo con 24 gobernadores, con gran parte de la oposición y hasta se distanció definitivamente de su vicepresidenta, en lo que podría ser un grave conflicto institucional. A los ojos de muchos, es un presidente aislado.

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