El ataque en el proyecto minero de Buriticá generó una contundente reacción de la Asociación Colombiana de Minería (ACM), que exigió al Gobierno nacional tomar medidas urgentes frente a lo que calificó como un acto de extrema violencia. La organización emitió un comunicado rechazando los eventos ocurridos la madrugada del 17 de enero, señalando que estos fueron presuntamente realizados por grupos ilegales que financian sus actividades mediante la extracción ilícita de minerales. El proyecto afectado, operado por la empresa Zijin Continental Gold, se encuentra ahora en el centro de un grave conflicto que pone en peligro tanto a la industria minera legal como a las comunidades locales.
En su declaración, la ACM señaló que el ataque representaba una “grave amenaza para la vida de miles de trabajadores” que dependen de estas actividades para su sustento. Según la asociación, este tipo de agresiones no solo busca desestabilizar las operaciones legales en la región también facilitar la expansión de redes criminales y grupos terroristas. Este incidente, además, no fue un hecho aislado; en menos de un mes se documentaron tres ataques similares dirigidos contra operaciones mineras en diferentes zonas del país, un fenómeno que evidencia un preocupante patrón de violencia sistemática.
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La asociación destacó que estas acciones violentas buscan controlar los recursos naturales de manera ilegal, perpetuando un círculo vicioso de inseguridad en los territorios donde se desarrolla la minería formal. Asimismo, urgió al Gobierno nacional a intervenir de manera decidida para proteger la legalidad, garantizar la seguridad de los trabajadores y salvaguardar las inversiones que impulsan el desarrollo económico del país.
El comunicado de la ACM, además de rechazar el ataque, hizo un llamado a fortalecer la presencia institucional en las áreas afectadas y a implementar estrategias que desmantelen las estructuras criminales responsables de estos actos. Según la entidad, permitir que esta violencia continúe afecta a los trabajadores, al tiempo que envía un mensaje negativo a los inversionistas nacionales e internacionales que confían en la estabilidad del sector minero colombiano.
Juan Camilo Nariño, presidente de la Asociación Colombiana de Minería, expresó su profunda preocupación por los hechos ocurridos en Buriticá, señalando que la situación reflejaba de manera alarmante la vulnerabilidad del sector productivo colombiano y de las empresas que lo conforman. En su opinión, el ataque fue una clara muestra de cómo los grupos ilegales continúan actuando con impunidad, sin que se tomen medidas efectivas para frenar su violencia.
Nariño no solo destacó la gravedad de los riesgos que corren los trabajadores de la minería, también la amenaza que este tipo de actos representa para las comunidades locales. “Es inaceptable que los grupos ilegales sigan operando sin restricciones, poniendo en peligro tanto la vida de los trabajadores como la estabilidad económica de las comunidades que dependen de la minería legal”, afirmó el presidente de la ACM. Según él, las consecuencias de estos ataques van más allá de la pérdida de recursos materiales; también afectan profundamente la estructura social y económica de la región.
El presidente insistió en que los ataques no tienen como único objetivo apoderarse de los recursos naturales del país, sino que buscan debilitar el orden institucional, socavar la confianza de los ciudadanos en las autoridades y, en última instancia, minar la confianza en el Estado colombiano.
Así mismo, el ataque al proyecto minero afectó gravemente la operación, con explosiones dirigidas a la subestación eléctrica que detuvieron las actividades y dañaron sistemas clave, como ventilación, comunicaciones y drenaje. Esto puso en peligro la vida de cientos de personas. Se reportó un herido y graves daños, afectando a unas 7.000 personas, incluyendo empleados directos, contratistas y empresas de formalización minera. La ACM denunció que la operación sigue siendo atacada con cilindros bomba y disparos, buscando apoderarse de la mina y sus recursos.